Columna de opinión del investigador del CIUP, Julio Aguirre, en coautoría con el asistente de investigación, Marcos Paúcar, para el boletín Punto de Equilibrio n°20.
El siguiente artículo se realiza a título personal y no refleja necesariamente la opinión institucional de la Universidad del Pacífico.
Los esfuerzos desde el Estado para masificar el uso del gas natural se pueden remitir a la Política Energética Nacional del Perú 2010 – 2040 [1], la cual define entre sus objetivos el acceso universal al suministro energético y el desarrollo de la industria. No obstante, en los últimos meses, la masificación del gas natural ha sido uno de los temas más discutidos. Probablemente, la frustración de no poder, gobierno tras gobierno, cumplir con la promesa de reducir el precio del balón de gas licuado de petróleo (GLP) haya llevado al gobierno de turno a plantear la nacionalización del gas natural (GN) producido en Camisea, el yacimiento más importante del país. En este contexto, merece la pena reflexionar qué tanto realmente se ha avanzado con dichos esfuerzos, cuál es la situación del sector y qué acciones realizar para contribuir con la masificación del GN.
¿Qué es el gas natural?
Es necesario definir el recurso central a esta discusión. De acuerdo con el Ministerio de Energía y Minas (MINEM), el GN es una mezcla compleja de hidrocarburos incoloros, inodoro e insípido constituido principalmente por el gas metano. Este se encuentra en los yacimientos naturales bajo tierra como “gas natural asociado” cuando está acompañado de petróleo, o bien como “gas natural no asociado” cuando se trata de su estado puramente gaseoso. Asimismo, el GN ofrece una serie de beneficios que lo vuelven un recurso valioso para el país. De por sí, como compuesto, tiene una densidad menor a la del aire por lo que se disipa rápidamente en casos de fuga. Asimismo, es seguro al no ser tóxico ni tener olor - aunque en su fase de distribución se le añade olor artificial para que sea detectable. Su uso es potencialmente beneficioso para el medio ambiente, porque implica la reducción simultanea de emisiones de dióxido de carbono (CO2), , mitigando el efecto invernadero.
El que nuestro territorio disponga de este recurso nos da la posibilidad de acceder a una energía relativamente más económica en sus diferentes usos: residencial, comercial, industrial – petroquímica - y en el transporte. Así, abordar el desarrollo de la masificación, implica primero dimensionar las capacidades de la oferta y su cadena de valor, y luego el grado de correspondencia que ha encontrado su demanda.
¿Cómo está compuesta la oferta y su cadena de valor?
Cinco fases componen la cadena de valor del GN en el Perú: (1) exploración, (2) producción, (3) procesamiento, (4) transporte y (5) distribución. En las actividades de exploración, se descubren nuevos yacimientos, para así conformar las reservas una vez anticipada su recuperación comercial. Actualmente, la inversión en esta etapa (y con ello el número de contratos) está estancada desde el 2016, lo que ha impedido incrementar las reservas totales (probadas, probables y posibles), las que muestran una tendencia decreciente. Por ello, recientemente se ha dispuesto la creación temporal de una Comisión Multisectorial para ampliar las reservas de GN de cara a su masificación [2]; al 2020, el Perú cuenta con 9.7 Tera pies cúbicos (TPC) de GN que, según estimaciones de Promigas Perú (2021), le permiten una independencia de 21.4 años, por encima de Colombia (8 años), Brasil (5 años) y Argentina (4 años), principalmente, gracias a Camisea.
La segunda etapa corresponde a la producción, la que ocurre, actualmente, en los lotes 88 y 56, a cargo de Pluspertrol Perú Corporation en Cusco, y 57, a cargo de Repsol Exploración Perú en Ucayali y Junín, y constituyen el 95% de la producción fiscalizada total (Gráfico 1).
En la fase de procesamiento, la mezcla de hidrocarburos extraída de los lotes mencionados es separada en sus dos componentes: gas natural (GN), y líquido de gas natural (LGN), para ser transportados según sus diferentes usos. El GN es transportado hacia centrales térmicas, plantas de licuefacción, y hacia su uso en viviendas o el parque automotor; mientras que el LGN es transportado hacia plantas de fraccionamiento para la producción de otros combustibles como el gas licuado de petróleo (GLP) y diésel. Cabe señalar, que la producción de lotes 56 y 57 antes señalados está destinada para la exportación, por medio de la empresa Perú LNG (Cuadro 1).
La cuarta etapa es el transporte bajo dos modalidades: por ductos para el GN y el transporte terrestre para el gas natural comprimido (GNC) o para el LGN. El transporte por ductos comprende la construcción de redes de gaseoductos que vinculan los yacimientos de gas con plantas de procesamiento y a su vez con plantas de energía y/o producción de combustible. Esto en particular, permite que empresas y usuarios cercanos a los ductos obtengan los beneficios particulares de su uso. Asimismo, el transporte bajo esta modalidad es un mercado que tiene características de monopolio natural, por lo que el ente regulador impone un procedimiento de oferta pública [3] donde el concesionario adjudica la capacidad de transporte a los solicitantes por medio de evaluaciones de viabilidad económica y técnica para evitar discriminación (Cuadro 2). Por otro lado, el transporte terrestre o a través de “gasoductos virtuales”, emplea camiones acondicionados al transporte de botellas de GNC o tanques de GNL.
A este nivel, las empresas relacionadas a estaciones de compresión y carga para el GNC en el Perú ya muestran una multiplicidad en su número, pero se encuentran concentradas solo en los departamentos de Lima, Callao e Ica. Por su parte, desde el 2017, la operación comercial del GLC mediante gasoductos virtuales comenzó con los proyectos de distribución de las concesiones en el norte, con la empresa Quavii, y en el suroeste, con la empresa Naturgy. Estos incluyen, a su vez, un sistema de distribución por red de ductos para suministrar a los usuarios finales.
Esto conlleva a la última fase de la cadena de valor del gas natural con las concesiones de distribución. En la actualidad, el Perú cuenta con seis concesiones de distribución de gas natural: Cálidda, Contugas, Quavii, Naturgy, Gas Natural de Tumbes y Gases del Norte del Perú, centradas en la costa peruana. Es decir, la masificación del GN a nivel nacional se ha basado, principalmente, en Asociaciones Público-Privadas (APP) (Cuadro 3).
¿Cuál es la situación de la demanda?
Una vez definida la oferta del gas natural, brindar detalles sobre su consumo puede dar ciertas luces de las necesidades ulteriores de masificar este recurso. El consumo del gas natural en el Perú ha estado compuesto en proporciones muy parejas entre los demandantes del mercado interno (51%) y la exportación a cargo de la empresa Perú LNG (49%) en la planta Pampa Melchorita, que exporta a países como Corea del Sur y China. Así, de acuerdo con las cifras más actualizadas, el consumo total de gas al 2020 ascendió a 1.068 miles de millones de pies cúbicos día en promedio (Promigas Perú, 2021) [5].
En lo que respecta al mercado interno, si bien entre los años 2016 y 2020 hubo una reducción, el principal uso del gas natural ha sido la generación eléctrica. Por otro lado, ha habido un aumento en la participación del uso industrial, así como en el uso residencial y comercial, en el mismo periodo, pese a la pandemia por el COVID-19 (Gráfico 2). En este último rubro, la concesionaria Cálidda ocupa una participación de poco más del 95% de la demanda de gas natural, contando con una capacidad de distribución de 420 MMPCD, dejando a Contugas, Gases del Pacífico y Naturgy con el resto de la atención (Gráfico 3). Finalmente, el transporte vehicular es también un sector demandante de gas natural que, según Infogas, al 31 de diciembre de 304 mil vehículos convertidos a GNV, más del 96.7% se halla en Lima, y el resto (3.3%) en Ica, Lambayeque, Piura, Ancash, La Libertad, Junín y Cusco [6].
¿Cómo contribuir a la masificación del GN?
Para contribuir con la masificación del gas se debiera, primero, aumentar el número de clientes de las concesionarias de distribución en lugares donde la infraestructura de transporte ya se encuentra; y, segundo, expandir la infraestructura en el interior del país, para que la oferta de gas natural logre llegar a zonas más alejadas.
Con respecto al primer punto, por una parte, debe continuarse con el BonoGas, mecanismo para la reducción de costos de instalación (derecho de conexión, acometida e instalaciones internas) a nivel residencial, actualmente en ejecución desde el año 2016 para el área de las concesiones de Lima, Callao e Ica, y que viene implementándose también en las regiones de La Libertad, Ancash, Lambayeque y Cajamarca, con recursos provenientes del Fondo de Inclusión Social Energético (FISE), para financiar el 100% de dichos costos de hogares de estratos bajo, medio bajo y medio según el Plano Estratificado a nivel de manzana por ingreso per cápita del hogar, elaborado por el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI); por otra parte, siendo el transporte vehicular otro demandante del recurso, se puede pensar en la evaluación de un programa de conversión de vehículos a GN. Este esquema no solo fomentará su uso en camiones y buses lo que generará ahorros y además ayudará a reducir la contaminación ambiental.
Con respecto al segundo punto, ya el Plan Nacional de Infraestructura para la Competitividad 2019, elaborado por el Ministerio de Economía y Finanzas, considera en su priorización de necesidades de infraestructura la masificación del GN a través de la distribución por red de ductos en las regiones de Apurímac, Ayacucho, Huancavelica, Junín, Cusco, Puno y Ucayali (por S/ 779 millones) y en la Región Piura (por S/ 759 millones). Al respecto, se nota un desbalance preocupante. Mientras que en la región norte hay avances importantes en Talara y Paita, con un proceso de masificación entre los productores de hidrocarburos locales y el distribuidor Gasnorp, que podría beneficiar a 139 mil viviendas, a través de un gasoducto de 303 Km., la masificación del uso de gas en el sur del país está estancada hasta que surja un postor interesado, lo que podría beneficiar con conexiones a 113,000 viviendas durante los 8 primeros años de operación de la concesión. Por último, el uso de gasoductos virtuales como solución al transporte a locaciones alejadas, que también supone una inversión en infraestructura, puede ser una opción a evaluar.
Referencias:
[1] Aprobada por Decreto Supremo Nº 064-2010-EM y publicada en el Diario Oficial El Peruano el 24/11/2010.
[2] Mediante Resolución Suprema Nº 108-2021-PCM y publicada en el Diario Oficial El Peruano el 2/10/2021.
[3] Mediante Decreto Supremo Nº 016-2004-PCM y publicada en el Diario Oficial El Peruano el 10/06/2004.
[4] Del Solar, M., Evangelista, R. y Villena, J. (2021). “Alternativas para promover la masificación del gas natural”, Trabajo de Investigación presentado para optar al Grado Académico de Magíster en Regulación y Gestión de Servicios Públicos, Escuela de Postgrado, Universidad del Pacífico, mimeo.
[5] Promigas Perú. (2021). Informe del Sector Gas Natural en el Perú, 147.
[6] Véase nota periodística “GNV, la otra masificación del gas”, en Día 1, en diario El Comercio del 25/10/21.
Lee el boletín Punto de Equilibrio n°20: Los pasivos que deja el 2021.
Foto: Andina.
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