Educación básica

Educación básica: balance 2021 y proyecciones al 2022, por Juan Francisco Castro

23 diciembre, 2021

La paralización del servicio educativo presencial trajo como consecuencia un mayor déficit de aprendizaje y la ampliación de la brecha educativa entre los estudiantes de zonas urbanas y rurales, señaló Juan Francisco Castro, profesor e investigador de la Universidad del Pacífico. Para enfrentar esta situación, el Estado tendrá que adoptar medidas remediales que permitan recuperar el tiempo perdido.

El regreso de los escolares a las clases presenciales para marzo del 2022, anunciado por el Gobierno, ha puesto sobre la mesa la discusión de cómo se debe abordar este proceso: ¿conviene empezar con la presencialidad completa o mejor es la semipresencialidad?, ¿cómo se conocerá el nivel en que se encuentran los estudiantes?, ¿corresponde tomar medidas para su nivelación? Para atender estas interrogantes, Juan Francisco Castro, investigador CIUP y profesor de la Facultad de Economía y Finanzas de la Universidad del Pacífico, reflexionó sobre algunos puntos importantes y propuso algunas medidas para un retorno eficaz a las aulas.

En primera instancia, el investigador afirmó que lo más conveniente es adoptar un sistema de total presencialidad desde el inicio, pues ello no representa para los estudiantes un peligro de contagio mayor del que tienen ahora: “La realidad nos muestra que todo lo demás está abierto para que los niños vayan y vengan, excepto sus escuelas; por lo tanto, los niños ya están expuestos. No hay ningún beneficio sanitario que se derive del hecho de mantener la escuela cerrada, pero hay una pérdida enorme en la formación de habilidades básicas”.

Castro agregó que muchos países en el mundo han regresado a clases presenciales y no hay evidencia de que las escuelas sean una fuente de contagio importante. La preocupación por una rápida vuelta a las aulas deviene de los principales problemas que presentan los estudiantes en la actualidad, a nivel nacional. Según el investigador, el cierre de los colegios durante dos años habría generado un déficit de aprendizaje mayor al que ya existía antes de la pandemia, no solo a nivel cognitivo, sino también a nivel socioemocional.

“El colegio es un espacio fundamental de socialización de los niños, y ha estado cerrado. Entonces, ellos han perdido estas oportunidades de socializar. Hay evidencias sólidas de la importancia que tiene el desarrollo socioemocional, a la par con el cognitivo, para generar capital humano. La formación de habilidades es un proceso acumulativo; por eso, estos déficits de aprendizaje acaban teniendo consecuencias de largo plazo bastante significativas”.

También sostuvo que es muy probable que la brecha entre los escolares de zonas urbanas y los de zonas rurales se haya acentuado, debido a que estos últimos han tenido más dificultades para acceder al servicio educativo virtual por problemas de conectividad. De hecho, según el Semáforo Escuela Remoto del Minedu, el 31.1 % de la población en riesgo de abandono escolar señala como motivos la falta de equipos necesarios, no tener buena señal o no tener electricidad. Como señaló el representante de la Unesco en Perú, Ernesto Fernández Polcuch: las escuelas cerradas profundizan las brechas de desigualdad.

Necesaria aplicación de medidas remediales
Solucionar el problema del déficit educativo ―tal como explicó Castro― no será suficiente con el solo retorno a clases presenciales y que los profesores dicten las clases correspondientes a cada grado, como normalmente se hacía antes de la pandemia. La situación requiere de acciones remediales, como, por ejemplo, aumentar las horas de los estudiantes en clase: “Hay experiencias positivas antes de la pandemia, como el programa Jornada Escolar Completa (JEC) en algunas escuelas, que ofrecían horas adicionales de clase para compensar el déficit de aprendizaje, y hay resultados positivos”.

Asimismo, consideró necesario tomarles dos evaluaciones a los estudiantes a su regreso al salón de clases: una administrada de manera central, con una muestra, para que el Minedu registre cómo está el promedio de los aprendizajes en el país; y otra a la totalidad de los estudiantes, a fin de que los maestros diagnostiquen el nivel actual de sus alumnos y, a partir de ello, ajusten el contenido de los cursos. No obstante, este trabajo necesita de un proceso de acompañamiento para los maestros, el cual es fundamental para contrarrestar el déficit de aprendizaje de los escolares. Al respecto, se tiene una experiencia exitosa previa a la pandemia con el programa Acompañamiento Pedagógico Multigrado, esta estrategia que se desarrollaba en áreas rurales produjo efectos positivos tanto en las prácticas pedagógicas como en los aprendizajes de los estudiantes.

Reducir el déficit socioemocional también debe ser un aspecto prioritario. Por ejemplo, este es un tema crucial para los estudiantes que, como consecuencia de la pandemia, han sufrido el fallecimiento de algún familiar: “El escenario ideal es aquel donde maestro o tutor observa esta situación y ayuda a procesar estos episodios en la vida de los niños, produciendo actividades en clase en las que los niños puedan expresar sus emociones”.

En esa misma línea, también sería conveniente contar ―según Castro― con un pool de psicólogos itinerantes, que asistan a los colegios y se reúnan con los alumnos que tengan estas necesidades. La idea es ofrecerles un espacio para que puedan discutir sobre las cosas que más les preocupan.

Problemas de gestión e infraestructura
A pesar de que, según el Ministerio de Educación, 5350 de los 68 mil servicios educativos habilitados a nivel nacional operan en semipresencialidad, Castro opina que esta modalidad sería muy complicada por la capacidad de gestión pública con la que se cuenta: “Atender a algunos grupos de alumnos ciertos días y a los demás grupos en otros días requiere, por lo menos, de más horas de trabajo de los docentes; y no creo que haya la infraestructura necesaria para ofrecerlo en un modo híbrido, en el sentido de que se dé la clase presencial a un grupo pequeño de estudiantes y esta se transmita para que lo vean los chicos que se han quedado en sus casas”.

Por otro lado, las condiciones físicas en las que se encuentran los colegios después de la pandemia también es un tema que urge atender, además de implementar los protocolos para combatir el contagio del COVID-19, ya que después de mantenerse cerrados tanto tiempo se encuentran en un estado de deterioro. Esta situación es evidente al considerar que estos colegios no han recibido mantenimiento durante los meses que llevan inactivos.

En suma, el retorno a las aulas trae consigo una serie de desafíos que atender, situación que demanda planificación e implementación de medidas remediales e integrales para encaminar nuevamente la educación de los escolares, de quienes depende el futuro del país.

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