En los últimos treinta años, la creación de oportunidades de empleo productivo y registrado ha sido singularmente modesto. Menos de la tercera parte del empleo tiene cobertura de la seguridad social y contribuye a un sistema previsional. Las otras dos terceras partes pertenecen al sector no registrado o informal. Ello no es consecuencia de falta de títulos de propiedad o debido al excesivo entrampamiento mercantilista, aunque estos factores juegan un rol complementario. Las características propias de la heterogénea estructura económica del país explican este resultado (Cruz Saco, Seminario, Leiva, Moreno & Zegarra Saco et al., 2018a, 2018b; Cruz Saco, Gil & Leiva, 2021). La baja cobertura previsional, que ahora está en franco descenso debido a la caída del PBI por el COVID-19, compromete cada vez más la posibilidad que las personas mayores tengan una pensión. Muy posiblemente, el pilar tradicional de las familias procurará asistir a sus familiares mayores en el futuro cercano.
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