Artículo de opinión de Angie Higuchi, investigadora del CIUP y profesora del departamento de Administración de la Universidad del Pacífico. Este texto fue escrito para el Espacio de Reflexión del boletín Punto de Equilibrio n°43 - El Niño Global: una mirada desde diferentes disciplinas.
En medio de un horizonte agrícola desalentador, esta es la campaña agrícola más desastrosa del presente siglo. Ni siquiera en comparación con la del 2017, sino con lo sucedido entre los años 1997 y 1998. Después del anuncio emitido por el Centro de Predicción del Clima de los Estados Unidos existe una probabilidad de un 71% de un Fenómeno el Niño Global fuerte. Por su lado, Senamhi afirmó que el Perú registró el invierno más cálido desde el año 1960. Sumado a esto, varias fuentes predicen un grave déficit hídrico para el siguiente año.
Incluso el presidente del BCR, Julio Velarde, mencionó que la economía crecerá solo un 0.9% en el 2023 y que el presente año es el menos productivo a nivel agrícola de los últimos 26 años. Adicionalmente, el contralor general de la República, Nelson Shack, se pronunció argumentando que solo se ha utilizado 6% del presupuesto total del S/. 3,500 millones asignados para llevar a cabo labores preventivas dirigidas a contrarrestar el impacto de los fenómenos climatológicos. El reciente recorte de 200 millones de soles en el presupuesto de inversiones del Presupuesto Institucional de Apertura (PIA) del Midagri es inaceptable. Según afirman, el justificante es una nula ejecución de recursos asignados por parte de los Gobiernos regionales y locales en favor del sector en medio de una crisis alimentaria. Existe presupuesto y decretos de urgencia, pero la inoperancia e incapacidad del gobierno, está trasladando poco a poco la crisis de la falta de alimentos desde el campo a la mesa.
Con insumos agrícolas a precios inaccesibles, préstamos y créditos con altas tasas de interés, y, además, con fenómenos climáticos impredecibles además de un estrés hídrico severo, la situación de inseguridad alimentaria para el año venidero resulta preocupante. Asimismo, el estrés hídrico causa un efecto directo en el decrecimiento del rendimiento de los cultivos. Según la última evaluación del MEF, el sector agrícola registró en abril una caída de 20% del área de cultivo, la peor cifra en más de 25 años. Este porcentaje empeorará por las lluvias en zonas como el norte y selva, así como severas sequías en el sur.
Las lluvias en el norte han estado presentes incluso hasta el mes mayo y han causado una floración pobre, que se traducirá en una baja producción. Juntamente con la crisis de fertilizantes, tuvimos una prolongada sequía el año pasado, y posteriormente, El Niño costero ha sido inclemente causando fenómenos extremos de temperatura y atracción de plagas en las principales zonas productivas del Perú. Cultivos como limones, mangos, arroz, tubérculos y hortalizas se verán duramente afectadas.
Asimismo, Midagri reporto que, hasta mayo, la quinua tuvo el más alto decrecimiento en su producción (-48.1%). Asimismo, la papa, el maíz, las habas, la quinua y la avena están siendo afectados junto con la producción ganadera y de animales menores. Finalmente, los productos amazónicos de exportación como el café y el cacao también están sufriendo de roya y la broca, respectivamente. Todo esto producirá un escenario de escasez de alimentos interna complicada durante el próximo año.
Por su parte, los actuales conflictos bélicos entre Rusia y Ucrania, así como Israel y Palestina, harán tambalear los insumos importados como el fertilizante y productos de la canasta básica familiar como por ejemplo, el pan, fideos, galletas, aceite vegetal, entre otros. Rusia y Ucrania tienen producción de trigo, maíz, soya y girasol además de fertilizantes. Israel y Palestina, tienen petróleo, que impactara en los fertilizantes, transporte y fletes respectivamente.
Lamentablemente, FAO anuncio desde el año pasado que el Perú se encuentra liderando el ranking de países con inseguridad alimentaria en Sudamérica. El IEP informo que ahora 6 de 10 peruanos (el 60%) no tiene alimentos en su hogar, y 7 de 10 peruanos (el 70%) han reducido su consumo de alimentos en estos tres últimos meses. Estas cifras van de la mano con la pobreza. Con un aproximado de 12% de inflación en alimentos, INEI reporto en el 2022 que 9 millones de peruanos se encuentran en pobreza, mientras que 319,000 personas adicionales pasaron a una condición de pobreza extrema. Son estas personas vulnerables quienes están sufriendo de inseguridad alimentaria moderada o grave, ya que tienen que destinar más del 80% de su ingreso únicamente en alimentarse.
Las alertas sobre el panorama alimentario ya están dadas, y estas vienen desde diferentes frentes. Las estadísticas oficiales, tanto internacionales como nacionales, la opinión de los expertos gubernamentales y privados, y los agricultores coinciden en que se debe hacer algo. Se dice de un impacto en la reducción de más del 50% de los cultivos. Por mencionar algunos especialistas en alimento y agricultura en consenso con esta premisa, Carolina Trivelli; Eduardo Zegarra; Gabriel Amaro; Javier Núñez; Jorge González Izquierdo; Juan Manuel Benites; Laureano del Castillo; Luis Miguel Castilla; Milton Von Hesse; Ulises Osorio, entre otros, que van en la misma línea.
El impulso de propuestas como por ejemplo en obras públicas con soporte técnico y cuidadosa fiscalización es crucial si queremos menguar en algo el impacto del Fenómeno del Niño Global que se avecina. Asimismo, esto evitará el abandono de zonas productivas, brindará ingresos y asegurará la alimentación. La promoción de un “reactiva agrícola” que llegue directamente al productor para que pueda invertir en insumos para asegurar las próximas producciones es trascendental. Por otro lado, la extensión agrícola debe trabajarse mediante capacitaciones de los pequeños agricultores, así como fomentar investigaciones que involucren no solo el apartado agrícola, sino también la debida comercialización de los cultivos agrícolas. Finalmente, podría trabajarse una propuesta de créditos por prenda agrícola a cada agricultor, siendo el pago en especies de productos prioritarios y especiales. En este sentido, parte de la cosecha podrá ser adquirida por el Estado y destinada a programas sociales como Qali Warma y comedores populares. Estos últimos, en conjunto con las ollas comunes, deben ser reforzados, pues es aquí donde acuden las personas de mayor vulnerabilidad económica. Aún estamos a tiempo de trabajar medidas preventivas en pro de preservar nuestra agricultura. Voluntad es lo único que se necesita.
Lea la última edición del boletín Punto de Equilibrio n° 43: El Niño Global: una mirada desde diferentes disciplinas. Consulte aquí las ediciones pasadas del boletín Punto de Equilibrio.
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