Frente a los proyectos políticos adoptados por diversos países de América Latina, conversamos con el investigador del CIUP y profesor a tiempo completo del Departamento Académico de Marketing y Negocios Internacionales de la Universidad del Pacífico, Juan Carlos Ladines. El internacionalista brinda un panorama de la región, que tiene más en común de lo que podemos reconocer a simple vista.
En los últimos meses hemos presenciado diferentes proyectos políticos que se han ido gestando en América Latina. Tales como reformas totales o parciales de la constitución, medidas autoritarias y una parcialización evidente. ¿A qué se debe esto?
Más allá de los distintos proyectos en América Latina, cuando ves a Nayib Bukele, Guillermo Lasso, e incluso el proceso constitucional en Chile, te das cuenta de que todos, de una u otra manera, estiran los elementos de la Constitución a posiciones extremistas. Lo hacen de tal manera que ponen la democracia a prueba. Antes, era muy simple optar por un golpe de estado de derecha o de izquierda. Esa era la respuesta a todo. Luego del golpe, el poder era asumido por una junta militar y luego eso generaba algún tipo de reforma las cuales tomaban ocho o diez años y después se entraba un proceso constitucional, y otra vez el retorno a la democracia
Por ejemplo, Bukele está tratando de venderse como un gobernante eficiente, con un autoritarismo competitivo. Lo que ofrece, finalmente, es una solución práctica y pragmática, muy similar a lo que aplicó Fujimori en los 90s,o Chávez en los 2000 ofreciendo subsidios y programas sociales a la población. Cada uno intentó ser pragmático y eso los invitó a probar unos esquemas dictatoriales. Para ello coparon varias instituciones e incluso propusieron cambios en la constitución. El problema viene ahí, cuando juegas con la Constitución abriendo la puerta a proyectos autoritarios, y en especial en America Latina, es como jugar con dinamita. Porque no sabes en qué momento va a explotar en la cara o más allá. Pero definitivamente eso va a reventar. Afectando, sobre todo, a la población.
¿Cuáles han sido los resultados de la estrategia penitenciaria de Nayib Bukele en El Salvador?
Hasta el momento son aproximadamente 60mil las personas que han sido puestas bajo un régimen de sospecha y automáticamente fueron llevadas a la cárcel. Con esto, Bukele ha buscado polarizarse y detener a la mayor cantidad posible de miembros de las maras. Toda la población ha estado sujeta a la sospecha de pertenecer a las mafias. Los ciudadanos se han visto en la necesidad de buscar formas para protegerse o evidenciar ante la policía que son inocentes. Ante cualquier sospecha, ya no solo basta portar su DNI, ni su pasaporte, sino que la gente está portando su certificado de antecedentes penales.
Entonces, la gran pregunta es, en qué momento se van a relajar esas medidas. Ya lograron el objetivo, detuvieron a las maras y ya la gente está disfrutando un poco de esa cierta libertad de poder caminar en las calles, poder abrir sus negocios y que no estén bajo amenazas de cupos de mafias y demás cosas. Desde el punto de vista de la eficiencia se ha conseguido el objetivo, eso es lo que generalmente se busca en este tipo de prácticas, pero esta medida tendrá consecuencias de sostenibilidad en el largo plazo.
¿Cómo se evalúa la estrategia de Bukele en el mediano plazo?
Hay una idea muy ilusa, a mi parecer, de que esto que se está desarrollando en El Salvador generará un espacio de tranquilidad absoluta. El efecto de Bukele es muy interesante ya que se trata de una gran movida para capturar a los mandos medios de las maras y eso no se ha hecho antes. Pero el efecto a largo plazo debería estar preocupado en pensar quién va a ocupar el espacio de poder que tenía las maras. Quién va a ocupar el espacio de la comercialización de droga, porque eso va a continuar. Yo creo que otra persona o grupo organizado tomará ese rol. Y esto puede ser desde un agente externo hasta grupos internos provenientes del mismo Estado.
En el caso de Ecuador, Lasso ha cerrado el Congreso a través del recurso de “muerte cruzada” ¿es esta una alternativa para salir de la crisis?
Lasso lo que está diciendo es: cedo mi cuota de poder porque hay una serie de condiciones que no me permiten gobernar. Dichas condiciones se refieren, específicamente, a la oposición que son las comunidades indígenas y el correísmo. En ese contexto, hay que recordar que Lasso pasó a la segunda cuenta con el voto del 20% de la población. Es decir, el proyecto liberal que muchos veían con esperanza no debe darse porque fue aprobado por un mínimo en la población. Y esa baja legitimidad en los votos no es solo un fenómeno del Ecuador, miremos el caso de Perú, en base a la última, la elección de Keiko Fujimori y Pedro Castillo, fueron aprobados con menos del 20 % de la población.
Entonces, la muerte cruzada significa que yo me mato, pero te mato a ti también. Por eso, ahora ha pedido que se forme una nueva asamblea que prepare las elecciones de aquí a unos 6 meses. En la Constitución ecuatoriana está estipulado que, ante cualquier crisis, entiéndase de corte político o de corte económico, el presidente tiene el derecho de disolver el Parlamento y este gobernar por decretos supremos. El cierre ha sido constitucional bajo las reglas de juego, pero aun así sigue siendo un estiramiento de la democracia, porque se ha optado por esta salida ya que no llegan a un acuerdo. Actualmente, tanto en Ecuador como en el resto de Latino América no hay espacios políticos, no hay espacios donde todos se sienten a debatir.
Mencionabas también el caso de Chile, a pesar de que sus proyectos han sido constitucionales.
Chile también se encuentra en una posición en la que no puede seguir estirando su democracia. No pueden generar otro cambio si no les gusta el proyecto constitucional. Si no les gusta el de la izquierda y tampoco el de la derecha ¿con qué fuerza van a buscar el nuevo proyecto constitucional? Es probable que la gente ya esté harta y esté buscando nuevas alternativas. Lo que posiblemente ocurre es lo mencionado en el Latinobarómetro: la ciudadanía no se siente satisfecha con la democracia (Según Latinobarómetro 2020, el 42.5% esta no muy satisfecho, y el 30.9% no está satisfecho con la democracia en America Latina). Esto no quiere decir que esté a favor del autoritarismo, pero no tenemos la calidad de políticos que permitan generar nuevas alternativas. Yo pienso que los gobiernos de la región están estirando la liga hasta cierto punto, pero esa liga se va a romper. La gran pregunta es cuando se rompa ¿qué va a pasar?
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