A finales de marzo, la agencia Bloomberg declaró al sol peruano como la tercera divisa más fuerte de la región, por haberse apreciado 3.2% frente al dólar americano durante el año 2022. ¿Qué significa esto para nuestro país? ¿Qué factores han influido para alcanzar la fortaleza de nuestra moneda? ¿Qué nos espera en los próximos años? Conversamos con Diego Winkelried, jefe de Departamento Académico de Finanzas e investigador CIUP, quien nos dio alcances sobre ello.
¿En qué radica la fortaleza del sol peruano?
Posiblemente uno de los factores más importantes detrás de la fortaleza del sol peruano en estos días sea el buen manejo de la política monetaria a cargo del Banco Central de Reserva del Perú (BCRP) y la credibilidad que esta institución tiene. En buena parte, todos sabemos que el BCRP tiene cierta preocupación por mantener la estabilidad del valor del sol e interviene en el mercado cambiario con regularidad, lo cual es bien entendido por el público (los usuarios y posibles usuarios del sol). Así, además de creer que el BCRP va a seguir haciendo un buen trabajo en esta dirección, se percibe su compromiso para lograr, en la medida de lo posible, su principal mandato: mantener la inflación baja, que, si bien no ha ocurrido en los últimos años, las expectativas indican que volverá a ocurrir a partir de este. Entonces, un banco central como el peruano, muy profesional, que da buenos resultados, y que es muy creíble constituye un respaldo muy importante para la fortaleza de una moneda.
Hablando del BCRP, hace unos meses los medios de comunicación internacionales destacaron su estrategia de “flotación sucia” para mantener el tipo de cambio estable como respuesta a las crisis internas y externas, ¿Cuál es su opinión sobre esta estrategia?
Básicamente, la motivación del BCRP es permitir que el tipo de cambio siga una tendencia; que suba o baje cuando tenga que hacerlo en respuesta a los flujos de dólares desde y hacia el Perú, pero que lo haga de una manera predecible y no abrupta. Al BCRP le disgusta mucho, por ejemplo, que si hoy el tipo de cambio está en 3.8, mañana esté en 4.2. Y está dispuesto a eliminar esos movimientos bruscos a través de su política de intervención cambiaria. Así, si aparecieran presiones depreciatorias (el sol tiene que subir), el BCRP va a permitir esa subida, pero proveerá de dólares al mercado para que ocurra de una manera gradual (por ejemplo, de 3.8 a 3.83). Esto se debe básicamente a la preocupación del BCRP de que subidas abruptas del tipo de cambio afecten al patrimonio de empresas y familias, principalmente de aquellas que están endeudadas en dólares. El BCRP ha venido haciendo esto básicamente desde que el nuevo sol existe (desde hace 30 años) y ha sido en líneas generales un esquema exitoso (véase Armas, 2016; Rossini, 2016).
Si miramos hacia atrás, en los últimos 30 años, ¿cuáles serían los hitos clave o reformas sustanciales que hoy nos permiten gozar de una moneda tan fuerte?
A comienzos de los 90 se gesta el éxito actual. Hacia fines de los 80, el Perú era todo lo contrario, en términos monetarios, a lo que es hoy. Nuestro país era un caos. Estábamos siendo aquejados por una terrible hiperinflación: nuestra moneda de entonces, el inti, perdía valor por minuto. En respuesta a esto, a comienzos de los años 90 se hacen una serie de reformas importantes, muchas de las cuales aparecen ya consolidadas en la Constitución Política de 1993.
Una de estas medidas, precisamente, tiene que ver con el BCRP y da origen al que tenemos hoy. Este se vuelve, por mandato constitucional, una entidad autónoma, lo que permite que las decisiones de política monetaria (por ejemplo, intervenir en el mercado cambiario, elevar la tasa de interés, fijar las tasas de encajes bancarios, entre otras) se tomen bajo criterios técnicos y, sobre todo, aisladas y blindadas de temas políticos.
Pero no solamente se trata de tener autonomía que te proteja de influencias políticas, sino de saber utilizarla bien. En el ejercicio de esta autonomía, el BCRP ha brillado y ha sabido mantenerse técnico e independiente del calor político, dedicándose a capacitar y especializar a su staff. Estas acciones lo han convertido en un caso de éxito apreciado por la sociedad peruana.
Otros países de la región, cuya economía no es la más fuerte en la actualidad, se caracterizan por la ausencia de autonomía del Banco Central…
Yo diría que sí. Un caso que, en lo personal, me parece tristemente pedagógico es el de Argentina que nos recuerda muchísimo al Perú de los 80. Todo en Argentina, hoy por hoy, se resuelve emitiendo más pesos. Básicamente, el gobierno, por distintos motivos, necesita dinero y se financia tocándole la puerta al Banco de la República Argentina (BCRA), quien termina emitiendo más dinero.
Cuantos más billetes hay en una economía, menos vale cada billete. Como todos los precios de la economía están denominados en términos de esos billetes, cuando cae su valor uno observa precios más elevados. A la larga, el billete termina comprando menos. Este es un rasgo característico de un banco central irresponsable o capturado por un gobierno, como lo era el BCRP en los 80. Los peruanos aprendimos que era imprescindible romper con esta relación tóxica conocida como “dominancia fiscal”. Por eso no solo le otorgamos independencia al BCRP, sino que le prohibimos de manera explícita e inequívoca en la Constitución de 1993 que le preste dinero al gobierno.
¿Consideraría que si, países como Argentina, implementan estas medidas (autonomía y equipos técnicos capacitados a cargo), podrían mejorar en lo económico?
La discusión sobre la futura política monetaria argentina es muy interesante actualmente en ese país. Ellos están camino a lo que vendría a ser su tercera hiperinflación, pues actualmente la inflación en Argentina ya superó el 100% y sigue acelerando. Ahí es donde hay espacio para el debate: la experiencia peruana sugiere que un arreglo institucional bien pensado que finalmente termine de aislar al BCRA de los caprichos políticos sí serviría para brindar una moneda estable, pilar fundamental para que la actividad económica fluya de manera eficiente.
En el caso peruano, una parte importante del éxito tiene que ver con que estas reformas fueron creíbles. En buena medida, el BCRP se encargó de mandar las señales correctas: primero se comprometió a reducir la inflación y una vez que esta alcanzó niveles internacionales, se abocó a mantenerla ahí (véase Perea, 2022). De hecho, desde el año pasado se habla de inflación cuando no había sido un tema de conversación en más de 20 años.
La gran dificultad del caso argentino es la falta de credibilidad. Por ejemplo, un político argentino muy sensato en sus ideas económicas propone establecer una nueva moneda, el “peso libre”, aunque esto ya se ha hecho antes: cuando pasaron del peso argentino al austral en los 80, para luego regresar al peso argentino con mucho menos ceros en las denominaciones de los billetes en los 90 (como ocurrió en el Perú, donde el sol de hoy equivale a un millón de intis de los 80). Luego hicieron un arreglo muy interesante de tipo de cambio fijo con el dólar, la denominada “Junta de Convertibilidad”, que a pesar de parecer sólida se cayó 10 años después. Insisto. El tema con Argentina es que, dado el récord histórico, estos esfuerzos no son creíbles debido a la falta de disciplina e institucionalidad, lo que termina generando un problema de implementación muy serio.
Por todo esto, en el caso argentino hay argumentos muy serios para adoptar un régimen de dolarización total, lo que significa cerrar el BCRA- Pareciera ser una medida radical, pero podría ser necesaria frente a la falta de credibilidad. Así lo hizo Ecuador que se convirtió en un caso de éxito, resolviendo su agudo tema inflacionario en poco menos de dos años. Desde entonces, no ha vuelto a tener un problema de esta índole.
En el caso de Ecuador, ¿considera que la creciente inflación en Estados Unidos también afectará a nuestro vecino del norte?
Es posible. Típicamente, en una economía dolarizada, las cifras de inflación local, luego de considerar la influencia de factores internos, van de la mano con la inflación de Estados Unidos. Dicho ello, la inflación de Estados Unidos es de 7%, mientras que la de Argentina es de más de 100%. Hay un tema de grado bastante evidente: Los argentinos celebrarían hoy una inflación de 7%. Incluso en otros casos de América Latina, si vemos a Colombia, la inflación es del orden de 15%, prácticamente el triple que en Ecuador.
Volviendo al Perú, si miramos hacia adelante, considerando los conflictos internos y la inestabilidad que atraviesa nuestro país, ¿se prevé que el sol siga manteniéndose fuerte o podrá verse afectado por algún factor en particular?
Hace poco tiempo, tras la elección de Pedro Castillo, el ambiente de incertidumbre era muy grande, nadie sabía con exactitud qué iba a pasar ni cuáles eran las intenciones del nuevo gobierno. Tras el nombramiento de su primer gabinete, el tipo de cambió saltó de manera abrupta a 4.2; además de que mucho del capital que estaba en nuestro país ya se encontraba fuera. Esto envía señales que son interpretadas como pánico e incertidumbre en el sistema financiero, debilitando el sol. Pero quiero destacar que incluso en este contexto, el deterioro tuvo un tope (por ejemplo, el tipo de cambio no se fue a 8 ó 9). Cuando se ratificó a Julio Velarde al frente del BCRP, se mandó la señal de que la política monetaria se seguiría manejando de manera independiente en el corto y mediano plazo. Algo de luz entre tanta oscuridad. Desde ese momento, el tipo de cambio dejó de ser un tema de preocupación.
Que se hayan deteriorado las perspectivas de crecimiento del Perú nos va a afectar, sin duda, y tendría que debilitar al sol. Pero también es cierto que en el mundo se está comenzando a temer una posible recesión. En Estados Unidos, se está comenzando a hablar de ello con mayor frecuencia. Entonces, si la economía mundial se deteriora más que el Perú, podría constituirse un escenario en donde el sol se aprecie, a pesar de las malas noticias locales. No solo debemos considerar los factores internos, también los externos para este análisis.
¿El camino que viene siguiendo el BCRP será sostenible en el tiempo?
La confianza en el BCRP se trata de una fortaleza que tenemos y que sería trágico perder. Entre otras cosas, el BCRP tiene la tradición de seleccionar a su personal técnico a través de su Curso de Verano. Este es un arreglo muy inteligente que garantiza el reclutamiento de jóvenes talentosos de todo el Perú que quieren trabajar con ellos a través de criterios objetivos para medir ese talento. Es evidentemente una tradición meritocrática que se ha fortalecido con el tiempo. La expectativa es que el círculo virtuoso perdure. A través de su éxito, el BCRP atrae mentes jóvenes que quieren ser parte de ese éxito y que en algún momento van a liderar futuros éxitos. La clave es la institucionalidad de mantener independiente del BCRP, lo que considero que los peruanos debemos de defender con “uñas y dientes”.
La última ratificación de Julio Velarde como director de BCRP fue reveladora dado que la sociedad presionó muchísimo para esta continuidad. Si bien Velarde es una figura histórica para el Perú, considero que el BCRP realmente está más allá de él. Eventualmente, una vez que alguien competente reemplace a Velarde -quien sin duda dejará un espacio muy difícil de cubrir-, no es exagerado suponer que el BCRP seguiría funcionando bien.
Hablamos de reformas implementadas hace 30 años, que nos llevan por buen camino, ¿considera que hay alguna reforma pendiente?
Sí las hay. Un libro que se elaboró aquí en la Universidad del Pacífico en el año 2000, “La Reforma Incompleta: Rescatando los 90”, refleja muy bien la atmósfera intelectual y el estado de ánimo en ese momento. Recomiendo su lectura. En la primera mitad de los 90 el ímpetu reformista estaba en el cielo y se consiguieron logros importantes: se liberalizó el comercio internacional, fuimos reinsertados a la comunidad financiera internacional, se modernizó al estado y muchas otras cosas. Pero dejaron de hacerse muchas otras reformas. Este libro celebra lo avanzado y reniega de lo no avanzado. Parece escrito ayer ya que, tristemente y con pocas excepciones, en los últimos 20 años no se han hecho avances importantes para que la economía funcione mejor (véase tamias.up.edu.pe).
Posiblemente, la reforma más urgente sea la modernización de los gobiernos regionales. La idea de que el régimen tras la Constitución de 1993 ha sido efectivo generando crecimiento y recursos para la población y el gobierno puede verificarse inequívocamente al estudiar la evolución de muchos indicadores económicos y sociales (véase Ortiz y Winkelried, 2021; Yamada, 2022; Carranza, 2022). Ello ocurre mientras que los gobiernos regionales no han sabido honrar sus compromisos con sus constituyentes. Por ello, existe la sensación de que, en lugar de aprovechar mejor el crecimiento de las últimas décadas, el proceso se entorpeció por la corrupción, poca claridad sobre las responsabilidades e incompetencia sobre todo a ese nivel de gobierno.
A continuación lea el boletín Punto de Equilibrio n°37: Enfrentar la violencia de género en el Perú y consulte aquí las ediciones pasadas de Punto de Equilibrio.
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