Macroeconomía Crisis económicas

Economía: balance 2021 y proyecciones al 2022, por Marco Ortiz

22 diciembre, 2021

El análisis económico que realiza el investigador del CIUP, Marco Ortiz, repasa de forma íntegra los principales hechos que marcaron el 2021. Con una mirada global y local, el investigador brinda sus principales proyecciones para el 2022 en medio de la inflación y la incertidumbre.

El desempeño económico del año 2021 estuvo marcado por drásticos cambios en el ámbito externo e interno. En el frente externo, la crisis energética producida por los compromisos en recorte de emisiones, la mayor vulnerabilidad a choques climatológicos ante la mayor dependencia de energías renovables y el lento incremento de la producción de petróleo acordada por la OPEP+ impulsaron una drástica reversión del precio de la energía que llegó a terreno negativo en el año 2020.

A ello se sumaron choques de oferta negativos en la producción de alimentos por factores climatológicos, el impacto cruzado de la energía en el costo de transporte y biodiéseles y la demanda de granos de China para reponer su oferta de ganado porcino luego de ser azotada por la peste porcina africana. Por el lado de la demanda, se aprobaron paquetes de reactivación y apoyo de varios miles de millones, lo que configuró un escenario de mala coordinación de política monetaria y fiscal, conllevando el inicio del retiro de los altos niveles de liquidez global inyectados por los principales bancos centrales del mundo durante 2020 y en respuesta a la pandemia.

Por otra parte, la pandemia cambió – en opinión de algunos de manera permanente – las preferencias de las familias, migrando del consumo de servicios al consumo de mercancías. Ello presionó las cadenas de distribución, ya afectadas por los protocolos sanitarios y mayores tiempos de carga en puertos. Como resultado el incremento de los fletes configuró un escenario de ajuste de precios relativos importante para comprender la dinámica inflacionaria de los distintos países de la región.

Impacto en la economía peruana
En el frente interno sufrimos dos procesos importantes. Primero, el marcado avance en materia de vacunación que llevó a Perú a recuperar el terreno perdido y alcanzar tasas cercanas a países de la OCDE. Ello permitió la reapertura gradual de la economía, que había sufrido una de las cuarentenas más duras del mundo en 2020, lo cual se reflejó en la caída de 11% por ciento del PBI durante ese año. La recuperación económica de este año proyectada en 13,2% por el BCR está marcada por el efecto “rebote”, los precios de metales – impactados por el cambio de la matriz energética -, la inversión pública y la demanda externa.

La mayor demanda externa está estrechamente vinculada a la fuerte depreciación que vivimos, cercana al 18.5% acumulado en términos reales multilaterales desde noviembre de 2019. En este punto la inestabilidad política jugó un rol fundamental. La elección de Pedro Castillo como presidente generó un clima de desconfianza que gatilló una salida histórica de capitales de corto plazo equivalente al 7,4% del PBI. A pesar del también histórico nivel de intervenciones del BCR, que suma cerca de US$ 18,000 millones de dólares en operaciones spot y de derivados en el año.

Esta desconfianza se vio validada con el cierre – esperemos temporal – de operaciones mineras, los nombramientos poco técnicos al mando de instituciones clave y el apoyo a mecanismos no institucionalizados para cambios constitucionales. Aquí la única notable excepción ha sido mantener a Julio Velarde al mando del BCR y nombrar, junto con el Congreso, un directorio con cuadros técnicos. Por su parte el Congreso ha logrado en pocos meses detener y revertir importantes reformas que afectan la competitividad del país en el largo plazo en materia educativa y de transportes.

Este clima de incertidumbre se refleja en la confianza empresarial, que en noviembre retornó al tramo pesimista. A pesar de que este año cierra con una fuerte recuperación de la inversión privada, se proyecta un crecimiento de cero para el año 2022.

En 2022 el frente externo estará marcado por condiciones de liquidez global más duras, una inflación de energía persistente empujada por los esfuerzos globales de recortar emisiones, la normalización parcial del transporte de mercaderías, precios altos de metales y menores restricciones sanitarias, si no ocurren rebrotes significativos.

En el frente doméstico, la principal limitante es la inestabilidad política. El 2022 es un año que el país podría aprovechar dado los elevados precios de metales y el tipo de cambio que significa un abaratamiento de nuestros productos relativos a los del resto del mundo. Esperemos que la política muestre algún signo de madurez y permita que el crecimiento de este año no se quede en un mero rebote estadístico. La incertidumbre retrasa las decisiones de inversión y la creación de empleo de calidad. La proyección de 3,2% habla de un crecimiento mediocre, dadas las condiciones internacionales. Perú tiene una oportunidad única para despegar de manera sostenible, cerrar brechas y brindar esperanza a las tan golpeadas familias peruanas.

 

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