Este artículo de opinión de Mariela Noles Cotito, profesora de Ciencia Política y Discriminación y Políticas Públicas del Departamento Académico de Ciencias Sociales y Políticas de la Universidad del Pacífico e investiadora del CIUP, fue redactado para el boletín Punto de Equilibrio n°35.
Hace unos días, circula en los medios de comunicación un video donde vemos a una autoridad edil hacer una “broma” de doble sentido a la reportera que le entrevistaba. Inmediatamente después escuchamos una risa masculina que se ha atribuido al camarógrafo registrando el intercambio.
Cuando nos preguntamos con respecto al rol de los varones en la eliminación o erradicación de la violencia de género, debemos recordar podemos actuar como este camarógrafo: normalizar la misma a través de su asunción como parte de lo esperable, reírnos o ignorarla (que, para efectos prácticos, es lo mismo) o podemos tomar una actitud cuestionante y critica inmediatamente activa.
Traigo a colación este caso porque vivimos en un país en el que la mayoría de las mujeres aun no estamos seguras en el ambiente familiar -solo durante el 2022, los Centros de Emergencia Mujer atendieron 154,202 casos a nivel nacional-; o en el espacio público – en 2022, la PNP registró 11,524 denuncias por la desaparición de mujeres a nivel nacional-. Un país donde no se nos ha incentivado a dirigir nuestra atención al campo de la ciencia y tecnología (solo el 35% de las mujeres peruanas escoge alguna carrera relacionada al área de STEM); sino más bien al ámbito del cuidado y el trabajo doméstico no remunerado -las mujeres peruanas dedican cera de 17 horas más al trabajo de atención y gestión del hogar, además de sus labores fuera de casa, si las tuvieran, mientras que los varones dedican cerca de 9 horas semanales a estas mismas actividades-. Un país, donde las cifras de violencia son groseramente elevadas, como lo son las actitudes que sostienen esta violencia. Y, aun así, donde los varones, nuestro par en la sociedad, no se ha involucrado significativamente en los esfuerzos de erradicación de este tipo de violencias.
Las violencias contra las mujeres, sobre todas aquellas basada en genero (en los estereotipos, roles y espacios que ha determinado la sociedad debería corresponder a ellas) no son un problema de ellas, son un problema social que nos involucra a todos y todas, y en el cual todos y todas somos parte: como agentes activos, como instigadores o como publico indiferente. El rol de “la persona buena que no es violenta” no existe: si no eres parte de la solución, eres parte del problema. Puedes elegir reírte cuando veas estas violencias o no hacer nada, y la violencia seguirá pasando a tu alrededor. Puedes involucrarte en la lucha y ser un agente activo de cambio, y podremos mejorar nuestra sociedad para todos y todas.
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