Artículo de opinión de Gonzalo Llosa, investigador del CIUP y profesor del Departamento Académico de Economía de la Universidad del Pacífico. Este texto fue escrito para el Espacio de Reflexión del boletín Punto de Equilibrio N°51.
Tras la contracción de la actividad económica en el primer semestre del 2023 (-3.4% en términos anualizados, una de las peores de las últimas tres décadas, excluyendo la pandemia), la economía peruana ha recobrado dinamismo. De hecho, entre mayo del 2023 (mes en el que la económica toco su piso más reciente) a abril 2024, el PBI desestacionalizado (ajustado por factores estacionales) ha crecido a una tasa anualizada de 4.6%, un ritmo nada despreciable. La última cifra de crecimiento año a año del PBI (sin desestacionalizar) es aún más alentadora: 5.3% entre abril 2023 a abril 2024.
Esta recuperación ha traído consigo una mejoría en las perspectivas. Por ejemplo, desde febrero 2024, los índices de expectativas empresariales de la economía a 12 meses del BCRP se han ubicado en niveles cercanos a 60 (un nivel por encima de 50 se asocia a una expansión económica). De igual manera, las expectativas de PBI a 12 meses se han acelerado, pasando de 1.8% en octubre 2023 a 2.8% en junio 2024. Con ello las proyecciones del sector privado se alinean cada vez más al BCRP, entidad que proyecta un crecimiento de 3.1% para el presente año (Reporte de Inflación de junio 2024).
Antes de tornarse demasiado optimista sobre la trayectoria de ascenso de la economía peruana, resulta necesario contextualizar la situación. Lo primero a resaltar del crecimiento interanual de 5.3% en abril 2024 es el efecto estadístico provocado por la diferencia de número de días laborales registrado en abril 2024 versus lo ocurrido un año atrás. Excluyendo sábados y domingos, abril 2024 contó con 22 días laborales mientras que abril 2023 contó con solo 18 días. Corrigiendo por esa diferencia, el crecimiento últimos 12 meses de abril está más cerca de 3.1%.
Lo segundo a resaltar es que una proporción importante de la recuperación corresponde a la agricultura, la pesca y la manufactura primaria, sectores que fueron severamente castigados por las anomalías climáticas del 2023. Entre abril 2023 y abril 2024, dichos sectores en su conjunto crecieron 35%, contribuyendo en 3.5 puntos porcentuales al crecimiento de 5.3% del PBI. Es decir, casi 3/4 de la recuperación se debe a 3 sectores primarios que representan una décima del valor agregado nacional.
Una implicancia directa de lo anterior es que el 90% del valor agregado nacional está creciendo a un ritmo poco alentador. Considerando el crecimiento año a año de los últimos 12 meses, entre abril 2023 y abril 2024, el resto de los sectores (Minería e hidrocarburos, Manufactura no primaria, Electricidad y agua, Construcción, Comercio y Servicios) en su conjunto ha crecido un poco más de 2.2%, incluyendo el efecto estadístico del mayor número de días laborables.
El análisis anterior pone paños fríos frente al optimismo y nos invita a repensar las perspectivas hacia el futuro con mayor detenimiento. Como primer paso analicemos qué pasaría si la agricultura, la pesca y la manufactura primaria se normalizan. Tomando como una situación normal al crecimiento promedio de los últimos 10 años, la contribución conjunta del agro, pesca y manufactura primaria sería tan solo de 0.36 puntos porcentuales al agregado nacional. Por lo tanto, de mantenerse el dinamismo de los demás sectores económicos, la tasa de crecimiento de la economía convergería gradualmente a 2.5%.
Sin embargo, diversos factores sugieren que la economía peruana podría crecer por encima del 2.5% en el 2024. Por el frente externo, resaltan las condiciones financieras y las cotizaciones internacionales de los minerales de exportación. La batalla contra la inflación ejercida por los bancos centrales ha entrado en su último kilómetro, y, de ganarla, éstos se embarcarían en un proceso continuo (y casi coordinado) de reducción de tasas de interés hacia niveles más confortables. Asimismo, las mejores perspectivas de crecimiento para China y la aceleración del proceso de transformación hacia la energía verde están dando soporte al precio internacional del cobre.
Por el frente interno, diversas políticas contribuyen a la aceleración de la demanda. Una de estas políticas es la ejecución más acelerada de la inversión pública, la cual se espera crezca 12% en el 2024. También contribuye el crecimiento del gasto no financiero asociado principalmente a gastos de planilla estatal. Otro factor importante se sustenta en la expectativa de recortes de tasas de interés por parte del BCRP, política que reduciría el costo financiero de familias y empresas. Finalmente, la liberación de CTS y AFP proveen liquidez a una parte de la fuerza laboral. La suma de estos factores, junto a las mejores perspectivas, contribuyen particularmente al crecimiento de la demanda interna.
Debido a que la mayoría de los factores descritos impulsan principalmente a la demanda, resulta poco probable que mejore la tasa de crecimiento de largo plazo, estimada por el Fondo Monetaria Internacional en 2.3%. Por ejemplo, poco se podrá lograr en términos de crecimiento sostenible si la ejecución de la inversión pública está infestada de ineficiencias y es vulnerable a los vaivenes políticos. Asimismo, algunas de las políticas implementadas, como la liberación de AFP y medidas que transgreden la disciplina fiscal, presentan costos económicos y sociales. Por si fuera poco, la incesante incertidumbre política ha deteriorado la capacidad del estado para proponer e implementar reformas estructurales. Frente a esta situación, la única esperanza para expandir la capacidad instalada es un nuevo super ciclo de minerales y una ola de inversiones en el sector.
En resumen, la recuperación económica está en proceso y es la consecuencia de un “rebote” sectorial y efectos estadísticos, así como de factores cíclicos positivos, tanto externos como internos. El horizonte de corto plazo pinta mejor por el momento, pero es muy temprano para cantar victoria en un horizonte más amplio. De hecho, más allá del 2024, penden importantes riesgos sobre el mediano y largo plazo. A nivel externo, el mundo se encuentra en un status-quo frágil, principalmente en lo geopolíesperotico, y varias condiciones pueden cambiar tras la próxima elección presidencial en los Estados Unidos. A nivel local, el proceso electoral del 2026 podría ser, como usualmente ha sido, incierto y su resultado final puede ser o no favorable. Hasta que estas incertidumbres no se disipen, los motores del crecimiento se mantendrán a media potencia.
Continúa leyendo Punto de Equilibrio N° 51: Recuperación a la vista: análisis sectorial. Consulte aquí las ediciones pasadas del boletín Punto de Equilibrio.
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