Hace casi un año, la Comisión Multisectorial Encargada del Estudio del fenómeno El Niño informó que este evento natural sería moderado o grave, en comparación con otros años. Frente a ello, el Ministerio de Ambiente (MINAM) anunció una inversión de más de 100 millones de soles en acciones preventivas. No obstante, expertos afirman que fenómeno El Niño, el cambio climático y sus efectos es un asunto permanente en Perú. Con la finalidad de evaluar la situación actual del país en este marco, conversamos con el investigador CIUP, Daniel De La Torre Ugarte, quien comentó el impacto que tendrá este fenómeno y el plan de acción frente a ello.
¿Qué sectores serán los más afectados por el Fenómeno El Niño durante el 2024?
Uno de los efectos más comunes de El Niño es la interrupción del tránsito en las carreteras, por lo que el comercio, tomando como ejemplo el abastecimiento de los mercados agrícolas, se verá afectado por la reducción de la oferta del distribuidor y tendrá, como consecuencia, un incremento de los precios.
Evidentemente, los cambios meteorológicos a consecuencia de El Niño tienen un impacto regional diferenciado. En un plano general, el turismo es un sector severamente afectado por el impacto en el transporte, tomando en cuenta los huaicos e inundaciones. En esa línea está también el rubro de la construcción, pues diferentes obras se paralizan y el movimiento de operaciones es limitado.
Más allá de los sectores, creo que es importante mencionar que la infraestructura de los centros poblados y la vida humana corren el mayor riesgo, viéndolo incluso desde el lado económico, pues los costos de restauración y soporte pueden ser altos, dependiendo de la severidad de los daños causados por El Niño; inclusive, pasan varios años para la recuperación completa.
Tomando en cuenta que este cambio climático cada vez ocasiona mayor impacto, ¿qué se debe considerar imprescindible en un plan de prevención?
Por el momento, se está pronosticando que El Niño actual es de mediana intensidad, por lo que el impacto no debería ser desastroso; sin embargo, hay un sinnúmero de actividades que se pueden hacer para controlar los riesgos, ya sea con mucha o con poca inversión. Entre las medidas tiene que contemplarse siempre la limpieza de los cauces de los ríos, más allá del grado de El Niño.
Considero que, en cuanto a la gestión de las entidades regionales y el Estado, se debe mejorar la comunicación entre el SENAMHI y los gobiernos locales, al igual que la de los gobiernos locales y sus pobladores. Esto genera una cadena de reacción a tiempo, sobre todo para proteger a la población, pues comienza desde la organización colectiva hasta el usuario de a pie.
En tanto, también habría que fomentar un cambio en los patrones de comportamiento y alerta. Al ser estos eventos inmediatos es importante que se movilice a la población de los lugares en riesgo para su reestructura y mejora, generando así una reactivación de la zona.
Ahora, enfocándose en la actividad agrícola, también es importante que, en estos lugares susceptibles a inundaciones y precipitaciones inesperadas, se planee un plan de contingencia que vaya desde el mantenimiento constante a la instalación de sistemas de drenaje para tratar de reducir el daño.
En el último año se ha destinado un presupuesto extra para la prevención de desastres naturales, ¿cuáles son los factores que llevan a un alza de costos?
Hay que reconocer que, si bien la inversión y el presupuesto pueden ser mayores, lo importante para evaluar el rendimiento de los planes de prevención es la ejecución del mismo, es decir, que termine de ejecutarse completamente, pero que se distribuyan bien estos gastos.
En un escenario optimista, hoy en día existen diversas medidas de prevención pequeñas que permitirían equiparar costos fuertes, principalmente ligados a evitar el daño a la población. Ahora, sobre el incremento de presupuesto, este no solo está sujeto a El Niño, sino que el propio cambio climático viene con otros eventos meteorológicos incluso extremos, por ejemplo, lluvias intensas, sequías, olas de calor y olas de frío en diferentes regiones.
Por lo tanto, es necesario que las autoridades locales, regionales y el gobierno central incorporen en sus planes de inversión el desarrollo de infraestructura capaz de reducir los daños que pueda causar El Niño, y que sean más resilientes. Por otro lado, se deben desarrollar planes de intervenciones tempranas para proteger a los pobladores y reducir el impacto en la actividad económica.
¿Cómo evalúa y valora el trabajo de prevención frente al fenómeno El Niño en los últimos años? ¿Cuáles son los principales aprendizajes?
Si analizamos los últimos 30 años, creo que hemos aprendido muy poco, con los efectos que ha tenido El Niño en todo el país es notorio que hay necesidades urgentes que necesitan atención a corto y medio plazo, pero que se prolongan por un largo plazo. En otras palabras, hay buenas ideas que surgen en el momento del desastre, buenos planes de acción, pero que aparecen para un periodo en específico.
A la hora de ver lo que se ha ejecutado y los cambios estimados, no hay una relación directa con el esfuerzo invertido. Por el contrario, existen gastos que en teoría deberían ser inminentes, pero esta calificación se le suele dar a necesidades de salud, alimentación, transporte y un largo etcétera de temas pendientes. Esto último no debería resultar como una excusa, pero sí es evidente que hay una competencia entre las necesidades actuales y las proyectadas a futuro, las cuales incluso pueden deparar un impacto superior.
Asimismo, es necesario evaluar el ámbito económico: un reciente artículo en la revista Science dio a conocer que el impacto de El Niño en el PBI peruano representaba un 1.3% del PBI. No obstante, en una perspectiva de cinco años, si este fenómeno no se controla, podría pasar de 1,3% hasta 6.2%. Lo que Perú sufre en términos de pérdida de PBI es aproximadamente tres veces más de lo que pierde un país que no se encuentra en el área determinada por afectación directa.
¿Qué repercusiones tendría este impacto económico en el mercado y la situación del peruano?
Existe una considerable posibilidad de que los peruanos que se encuentren en las zonas con mayor afectación desarrollen enfermedades como la malaria o el dengue, lo cual, además de azotar la salud de la población, impacta en la productividad de la PEA, pues no pueden realizar sus labores.
Este golpe en realidad se manifiesta más en las personas de menores ingresos ante el incremento de los precios, ya que, con la reducción de la oferta, los precios suben, provocando que la población tenga que modificar o reducir su consumo alimentario.
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