Tras el paso del huracán Yaku, el Fenómeno El Niño (FEN) sigue causando estragos en el norte del Perú, principalmente en la región Piura. Poniendo la investigación al servicio de las necesidades de las personas, Cathy Rubiños, profesora del Departamento Académico de Marketing y Negocios Internacionales e investigadora CIUP, analizó el impacto del FEN en la infraestructura hídrica del medio y bajo Piura, proponiendo vías alternas para reducir la afectación que las inundaciones dejan en reservorios, canales y ríos de esta región.
¿Nos podrías contar sobre tu investigación en las cuentas del medio y bajo Piura?
Trabajé en tres artículos que están muy conectado entre sí, son Integrating collapse theories to understand socio-ecological systems resilience (2020), Institutional Fit in the Water Sector (2022) y uno que espero publicar este o el próximo año, en los cuáles se estudia cómo es que la infraestructura para la agricultura (reservorios, canales y ríos) puede ayudar a mitigar el problema de la escasez del agua en tiempo de sequía pero también pueden ayudar a ser un freno a las inundaciones en temporadas de FEN, en las que atravesamos fuertes lluvias. Básicamente, lo que se observa en estas investigaciones, con diferentes métodos, es entender cuál es y cómo podemos incrementar la resiliencia de las comunidades frente a las lluvias.
Conversábamos sobre el impacto que puede tener el desarrollo de una población en una zona árida, como es el caso de Piura, considerando que una de sus principales preocupaciones iba a ser procurarse el recurso hídrico en lugar de defenderse contra posibles inundaciones…
Generalmente, cuando uno analiza un sistema agrícola, primero tiene que observar cuáles son las condiciones ecológicas, por ejemplo, la agricultura en la sierra va a ser diferente a la agricultura en una zona semi-árida como en Piura porque vamos a tener menos lluvias. Si vemos, en esta misma cuenca, hace miles de años, los Mochicas eran una de las civilizaciones que tenían la mejor tecnología agrícola de esa época; sin embargo, tanto dependían de esta infraestructura física que la rigidez de su gobernanza fue una de las posibles razones por las que colapsaron frente al Fenómeno El Niño.
En la actualidad, seguimos observando una cuenca problemática que nos obliga a prepararnos más sobre los problemas de corto plazo (escasez de agua y falta de lluvia), generando una dinámica alrededor de ello. Los agricultores desarrollaron un sistema en torno a esa infraestructura: cuánta agua van a requerir para sus cultivos y cuánto tienen que pagar por el agua para el mantenimiento y la operatividad del sistema. Sin embargo, se preparan mucho menos para hacer frente a fenómenos como El Niño.
Estas investigaciones se desarrollaron hasta el 2016, ¿tienes registro del impacto de fenómenos como El Niño en la producción agrícola en Piura?
Es difícil estimar. El Fenómeno El Niño 1997-1998 fue mucho más fuerte en términos ambientales pero el impacto (en gravedad) fue similar al de 2016-2017 que no fue tan fuerte en términos ambientales. Esto muestra que, en general, nos estamos volviendo un poco más frágiles a estos eventos climatológicos, lo cual tiene mucho que ver con el aumento de la población, personas asentadas en zonas de riesgo, más necesidad de producción agrícola, etc. No nos estamos preparando al ritmo que estamos creciendo.
Dadas las lluvias que vienen ocurriendo en los últimos meses en Piura, ¿consideraría que la infraestructura hídrica de dicha región está preparada para este tipo de fenómenos?
Si es que se ha mantenido lo analizado desde el 2016, diría que no. Principalmente porque la reacción política se orienta a lo visible, como mejorar un parque, por ejemplo. Lamentablemente, vemos que la población no está atenta a los planes orientados a protegerlos de estos fenómenos El Niño, que sabemos que van a venir, pero no cuándo exactamente. Entonces, no nos organizamos, trabajamos, ni exigimos activamente un planeamiento de mediano o largo plazo.
Por un lado, está este desinterés por parte de la población y las autoridades. Por otro, la reacción del Gobierno orientada a reforzar la parte física, por ejemplo, la reparación de reservorios o canales, la misma que se realiza en poco tiempo y no de la mejor manera. Es muy costoso reparar una infraestructura que ha sido abandonada en los últimos años.
En la investigación evaluamos qué pasaría si nos ponemos más serios en el aspecto del capital social: las asociaciones usuarios de cara a una mejor organización y monitoreo, quizá con ayuda del Estado, para que el pago del uso del agua se de y disminuir la alta morosidad. Este dinero podrá ser utilizado para que la infraestructura pública pueda ser mantenida de manera constante y no solo en épocas del FEN, en los que hay poco que hacer y los costos son muy altos.
¿Consideraría que, así como se prioriza y se pone el énfasis en la inversión en infraestructura, también es clave la inversión en el capital social?
Así es, creo que es mucho más importante asegurarse de tener el mantenimiento de la infraestructura pública de una manera constante. Por ejemplo, si arreglamos la casa, considerando cada detalle, va a ser más beneficioso y rentable hacerlo de manera continua a preocuparnos por ellos cada 5 o 10 años. Será más costoso porque los daños se van acumulando con el tiempo.
Si nos preocupamos porque los usuarios paguen un precio justo por el agua que utilizan para la agricultura y ese dinero puede ser utilizado para un buen mantenimiento en infraestructura, no solamente ayuda a tener resiliencia ante el FEN sino que además hay menor pérdida de agua. Un reservorio con sedimentos tendrá menos capacidad para almacenar agua. No solo ayuda contra las inundaciones, sino que es más rentable económicamente en el largo plazo.
¿Ha logrado identificar la causa de la morosidad entre los agricultores de la zona?
Sí. Aquí tenemos un concepto económico llamado “bienes comunes”. El problema está en que, cuando tienes una propiedad privada, por ejemplo, tu casa, tú eres el responsable de cuidar tu casa; pero cuando compartes un bien con otras personas, la pregunta de quién se encarga de cuidar ese bien se vuelve un poco más compleja. A esto le sumamos que se tiende a utilizar más agua de lo permitido; y el problema de la prohibición, por el cual se presupone que, si dejan de pagar el servicio, alguien más lo hará y no pasa nada. Hablamos de sistemas bastante grandes, difíciles de monitorear y de interrumpir el acceso al agua. Así, es muy difícil evitar que una persona que no ha pagado por el derecho al uso del agua la utilice, y se genera el incentivo a no pagar y continuar con el uso del recurso.
¿En contexto de informalidad, estas complicaciones se agravan?
Lo que indica la investigación es que depende de varios factores. Por ejemplo, en un sistema más pequeño tiende a haber una mejor coordinación; o en un sistema por terrazas, en el cual la visibilidad es tan alta que puedes ver quién colabora y quien no, el monitoreo es mucho más fácil. Para el caso analizado en Piura, el sistema es bastante grande y, si bien se ha venido organizando mucho mejor a lo largo del tiempo, aún puede mejorar.
En una eventual implementación de esta propuesta, ¿quién debería liderar la reducción de la morosidad por parte de los usuarios?
Siempre digo que la sostenibilidad es un problema de todos. No me gusta decir que la responsabilidad recae solamente en el Gobierno. Ya nos hemos dado cuenta, y no solamente en Perú, que responsabilizar al Gobierno no es suficiente, tenemos que participar todo los que podamos. Es un llamado para una coordinación activa en la que pueden participar desde la policía, la comunidad, los agricultores que son los principales usuarios del agua, usuarios de agua de uso doméstico, entre otros.
A continuación lea el boletín Punto de Equilibrio n°37: Enfrentar la violencia de género en el Perú y consulte aquí las ediciones pasadas de Punto de Equilibrio.
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