Artículo de opinión de Daniel De La Torre Ugarte, investigador del CIUP y profesor del Departamento de Economía de la Universidad del Pacífico. Este texto fue escrito para el Espacio de Reflexión del boletín Punto de Equilibrio n°52.
El último 28 de julio, la presidente de la República ofreció su Mensaje a la Nación por Fiestas Patrias. Hay un tema que seguramente pasó desapercibido para muchos observadores y público en general. Este es la aspiración y compromiso internacional del Perú de alcanzar la carbono neutralidad al año 2050, una responsabilidad que tuvo su origen en el Acuerdo d París, dentro del marco de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, en el cual líderes de 195 países acordaron reducir significativamente las emisiones y así evitar impactos catastróficos en el planeta. A partir de ello, se desarrolló la iniciativa de reducir las emisiones netas en 45% para el 2030 y lograr carbono neutralidad o emisiones netas iguales a cero hacia al 2050.
A nivel global, alrededor del 50% de las emisiones provienen del sector energía y transporte, mientras que 24% provienen del sector industrial, y 22% del sector agrícola, forestal y otros usos del suelo (sector AFOLU por sus siglas en inglés). Estas cifras son congruentes con el papel central que tienen la transición energética hacia fuentes renovables y limpias de energía en la escena global.
En mayo del 2021, el Banco Interamericano de Desarrollo publicó un estudio respecto a la factibilidad técnica para que el Perú pueda alcanzar la carbono neutralidad al 2050[1]. La investigación fue producto de una colaboración entre el Centro de Investigación de la Universidad del Pacífico, el Laboratorio de Investigación de Potencia y Energía Eléctrica (EPERLab) de la Universidad de Costa Rica (UCR), el Ministerio del Ambiente (MINAM) de la República del Perú, la 2050 Pathways Platform y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). El estudio es uno de los más completos que se han desarrollado, ya que integra el análisis de medidas de mitigación para los sectores energía y transporte, AFOLU, desechos e industria, además que provee de información cuantitativa sobre los costos y beneficios de la ruta a la carbono neutralidad en el Perú.
En el Perú, el 65% de las emisiones provienen del sector AFOLU, 30% del sector energía y transporte, y porcentajes mucho menores de sectores como industrias y la generación de residuos. Lo cual muestra que, en el Perú, para alcanzar la carbono neutralidad, se tienen que reducir profundamente las emisiones de AFOLU; esto es aún más importante dada la capacidad natural de AFOLU de ser una fuente de captura y almacenamiento de carbono en el suelo y la biomasa. La deforestación es responsable de casi el 90% de las emisiones del sector AFOLU. Bajo el supuesto que no se introduzcan medidas importantes para la reducción de la deforestación, es posible que la deforestación pase de 120,000 hectáreas anuales a más de 200,000 hectáreas anuales en el 2050, lo cual resultaría en duplicar las emisiones de Gas de efecto invernadero (GEI) del sector AFOLU.
Consecuentemente, una transformación profunda del sector AFOLU, en especial en la dinámica de la deforestación, podría cambiar el papel de AFOLU. Es decir, podría pasar de ser el principal emisor de GEI a ser la principal fuente de captura y almacenamiento de carbono, lo cual contribuiría a flexibilizar las metas de decarbonización de otros sectores de la economía peruana.
El estudio muestra que alcanzar la carbono neutralidad en Perú para el año 2050 es una meta técnicamente posible, siempre que se realicen transformaciones profundas en varios sectores clave de la economía. A continuación, se presentan las intervenciones analizadas en el estudio y su impacto agregado en la economía y en las emisiones de GEI.
En el sector de AFOLU, se propone una significativa reducción de la deforestación, que pasaría de 160 mil hectáreas anuales en 2020 a solo 30 mil hectáreas para 2050. También se planea expandir los sistemas agroforestales y silvopastoriles, cubriendo más de un millón de hectáreas para ese año. Además, se espera un aumento en la producción de arroz bajo sistemas de riego más eficientes, alcanzando 120 mil hectáreas en 2050. En cuanto a los patrones de consumo, se proyecta una reducción del 23% en el consumo de carne roja y un aumento del 30% en el consumo de carne de cerdo para el mismo año. Estas medidas, junto con la expansión de plantaciones forestales, permitirían que el sector AFOLU no solo reduzca las emisiones de gases de efecto invernadero, sino que se convierta en un sumidero neto de CO2, pasando de emitir 150 MTCO2e anuales a emitir -67 MTCO2e, con un impacto económico positivo estimado en US $27 mil millones con una inversión de US $7mil millones.
El sector transporte se transformaría a través de la electrificación completa de la flota vehicular privada, pública y de carga para 2050. Este cambio estaría acompañado por un incremento en el uso del transporte público y no motorizado, además de un mayor uso del teletrabajo y la digitalización de servicios, lo que reduciría la demanda de transporte en un 30%. Estas acciones llevarían las emisiones de este sector a cero netos, generando un beneficio económico total de US $88 mil millones, y requiriendo US$ 47 mil millones de inversión.
En el sector energético, el enfoque estaría en aumentar la proporción de energías renovables en la matriz eléctrica, pasando del 63% en 2020 al 88% en 2050. Paralelamente, se busca mejorar la eficiencia energética, logrando una reducción del 35% en el consumo de energía. Estas iniciativas permitirían una disminución significativa de las emisiones, generando beneficios netos de US $29 mil millones, en base a una inversión de US $25.9 mil millones.
El sector de desechos también experimentaría cambios importantes, con una reducción del 25% en la generación de desechos sólidos y un aumento del reciclaje al 50% de los desechos generados. Asimismo, se incrementaría el tratamiento de aguas residuales y efluentes industriales al 50%. Estas transformaciones reducirían las emisiones en este sector y generarían beneficios netos de US $17 mil millones, requiriendo inversiones de US $13 mil millones.
Finalmente, en el sector de procesos industriales y uso de productos, se prevé una reducción en el uso de clínker en la producción de cemento, disminuyendo las emisiones en 1.2 MtCO2e para 2050. Sin embargo, este sector presenta un beneficio económico menor US $685 millones, aunque requiere una inversión de US $800 millones.
En conjunto, estas transformaciones permitirían a Perú reducir sus emisiones netas de gases de efecto invernadero a cero para 2050, evitando un incremento proyectado a 353 MtCO2e en un escenario sin intervención. La descarbonización de la economía peruana generaría un beneficio económico acumulado de US $161 mil millones entre 2021 y 2050, con una inversión total de US $99 mil millones. El nivel de inversiones considerado ocurre a lo largo de 30 años, implica en promedio atraer US $ 3.3 mil millones de inversiones al año, lo cual no es un monto que este fuera del alcance del país si las condiciones políticas y económicas son favorables.
De lo anterior, es importante resaltar que la transformación profunda para la reducción de la deforestación es una condición necesaria para alcanzar la carbono neutralidad; que no solamente implica inversiones económicas sino un fortalecimiento de la capacidad institucional del sector forestal para poder contar con un sistema de gobernanza que ponga freno a los elementos gatilladores de la deforestación: tala de bosques primarios para la ocupación de esos terrenos por la actividad agrícola, minera, y madera ilegales.
Las intervenciones analizadas en los sectores energía y transporte, implican transformaciones tecnológicas importantes, que se van a ver reforzadas por el desarrollo tecnológico en los países desarrollados, así como por China e India. Es decir, el Perú se va a beneficiar indirectamente por la reducción de la generación y utilización de energías renovables que se desarrollen en esos países. Lo que al Perú le toca es crear las condiciones para fomentar la inversión en fuentes de energía renovables y la electrificación del transporte.
Las intervenciones para reducir la deforestación van a ser más el resultado de una mejora significativa en la gobernabilidad de los recursos amazónicos, y no tanto en el cambio tecnológico. He aquí el reto principal para alcanzar la gobernabilidad, invertir en capacidad de gestión pública, monitoreo, y la aplicación de la normativa existente para que el cambio de uso del suelo en la Amazonía este acorde con los objetivos de la carbono neutralidad. Antes que un cambio de normas es preciso mejorar significativamente la capacidad de los gobiernos (central, regionales y locales) para aplicar las normas existentes en lo que respecta a la utilización legal del bosque. Cualquier cambio en la normativa, como la Ley 31973, que pudiera pretenda legalizar los usos existentes del suelo amazónico, debe tener como pre-condición un aumento en las inversiones dirigidas a fortalecer la capacidad institucional de los organismos públicos para vigilar y aplicar las normas en forma efectiva, de otra manera se podrían estar generando incentivos perversos que resulten en una mayor deforestación.
En resumen, los bosques y el sector AFOLU en general juegan un rol sumamente importante en el logro de la carbono neutralidad. La gran transformación es en la gestión del paisaje forestal, para poder pasar de una gestión forestal que puede llevar a que se doble la tasa de deforestación a más de 200,000 has. anuales, a una que reduzca la pérdida boscosa a menos de 20,000 has. Convirtiendo el sector AFOLU en un mecanismo de captura y almacenaje natural de CO2.
[1] https://publications.iadb.org/es/publications/spanish/viewer/Costos-y-beneficios-de-la-carbono-neutralidad-en-Peru-Una-evaluacion-robusta.pdf http://dx.doi.org/10.18235/0003286
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