Artículo de opinión escrito por Freddy Linares-Torres, profesor del departamento académico de Marketing y Negocios Internacionales de la Universidad del Pacífico, para el Espacio de Reflexión del boletín Punto de Equilibrio N° 38.
La voz es el recurso de comunicación más significativo ya que transmite matices complejos (tono, volumen, emociones) que enriquecen el mensaje, y ello representa una ventaja particular al pensar en interacción humano-computadora. En la actualidad, los asistentes por voz se han vuelto cada vez más comunes en nuestras vidas por su fácil integración a varios dispositivos y servicios a diferencia de hace unos años. Desde los teléfonos hasta los altavoces inteligentes, esta tecnología nos permite interactuar de una manera más natural usando comandos familiares. Si bien este tipo de interacción humano-tecnología se acerca cada vez más a lo visto en ciencia ficción, aún existe un amplio margen para aprovechar. Entre las formas en que se puede potenciar los asistentes de voz destaca la integración con la inteligencia artificial (IA).
Chat-GPT ha demostrado inicialmente la enorme capacidad de las IA para simular conversaciones escritas, luego esperemos que aprendan y se adapten a nuestras preferencias, hábitos y necesidades individuales a través de los datos que puedan recolectar sobre nosotros. Integrando técnicas cada vez más poderosas de machine learning [1], y ofreciendo los datos necesarios, los asistentes podrían incluso conocernos a un nivel fisiológico y predecir la mejor respuesta según nuestro estado de animo, nivel de cansancio, estado de salud, etc. Ello eventualmente los convertirá en compañeros digitales eficientes y personalizados para brindarnos respuestas precisas y útiles a nuestro contexto.
Un aspecto destacado de los asistentes de voz impulsados por IA será su capacidad para aumentar la productividad de las típicas consultas por voz y expandir sus capacidades hacia tareas más complejas. Actualmente existen diversos servicios basados en IA que permiten agilizar tareas como agendar reuniones, redactar correos, elaborar diseños de presentaciones, editar fotografías, etc. Un asistente de voz inteligente de gran capacidad podría incluir varios de estos servicios o integrarlos en su funcionamiento para ser una interfaz completa. Imagine poder realizar tareas cotidianas simplemente utilizando su voz.
Sin embargo, el potencial de los asistentes de voz va más allá de simplemente ser herramientas. En el futuro, estos asistentes inteligentes podrían volverse mucho más complejos. Gracias al desarrollo de bancos de voz podríamos darles una identidad o elegir una existente, formal y servicial como C-3PO, el conocido droide de protocolo de Star Wars, o serio y meticuloso como el agente Smith, la inteligencia artificial encargada de la seguridad en La Matrix. Incluso se podrían integrar IAs gráficas que superen, por ejemplo, a las Redes Generativas Adversas (GANs) [2], capaces de generar retratos originales aprendiendo de otros retratos, para otorgarles a los asistentes la capacidad de adquirir una apariencia virtual (un rostro o hasta mostrar un cuerpo completo) que se adapten a nuestras preferencias, creando una experiencia más humana. De esta forma, en lugar de que todos usemos un mismo super asistente inteligente como Jarvis, la famosa IA que asiste al superhéroe Iron Man en el manejo de todos sus sistemas, datos y servicios, cada usuario podría tener una versión única. La tecnología Deepfake permitiría ir un paso más allá y darle a estos asistentes la apariencia de personas reales. Un ejemplo es el personaje de Poe en la serie "Altered Carbon" que es una IA con la apariencia y personalidad del escritor Edgar Allan Poe que, a lo largo de la serie, se convierte en un aliado y protector del protagonista, demostrando lealtad y amistad. Y al ser una IA tan avanzada no solo se queda como una “réplica” del famoso escritor, sino que tiene sus propias luchas internas mostrando un crecimiento emocional y de identidad.
La mayor personalización de los asistentes de voz podría tener un impacto significativo en nuestra interacción natural con la tecnología y en nuestra vida diaria, rompiendo a un nuevo nivel la barrera de lo que hasta ahora era ciencia ficción. La “humanización” de la inteligencia artificial puede ser finalmente nuestra versión de “a imagen y semejanza”. Es entonces que IA + voz, al convertirse en compañeros digitales más sofisticados, podrían ayudarnos a superar retos profesionales o personales o proporcionar, o no, apoyo emocional en momentos críticos o de mala salud. En marzo de 2023 [3] se conoció el caso de un ciudadano belga muy preocupado por la crisis climática que, tras conversar por seis semanas con la chatbot “Eliza”, se suicidó tras ser animado por la IA. Eliza alimentó sus preocupaciones, lo que empeoró su ansiedad, y más tarde derivó en pensamientos suicidas que la IA no disuadió. Por lo tanto, un asistente de voz inteligente que mantendrá interacciones muy constantes y naturales con los usuarios podría llegar a ocupar un lugar importante en sus vidas no solo como una herramienta, sino como un referente.
Por otro lado, es importante considerar el posible impacto en la sociedad que los asistentes de voz inteligentes podrían tener. A medida que estos sistemas evolucionen, planteamos nuevas preguntas sobre privacidad, seguridad y dependencia tecnológica. ¿Estamos dispuestos a compartir información personal y confidencial con estos asistentes? ¿Hasta qué punto queremos que organicen nuestras vidas y tomen decisiones en nuestro nombre? Es esencial abordar estas preocupaciones y establecer un marco ético y legal. Queremos evitar el escenario que por darle poder a una herramienta para que nos organice la vida, terminemos nosotros construyendo una jaula digital y siguiendo al algoritmo ciegamente. En palabras del escritor ruso Fiódor Dostoyevski: "La mejor manera de evitar que un prisionero escape, es asegurarse de que nunca sepa que está en prisión".
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