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Alberto Vergara: “Los peruanos han perdido la esperanza en el país, el Estado y sus líderes”

11 julio, 2024

La crisis política en Perú se ha asentado tras la pérdida de la institucionalidad, los múltiples escándalos de corrupción, la desaceleración de la inversión y tensiones en diversos sectores socioeconómicos. Este contexto de inestabilidad crea un clima de incertidumbre que afecta tanto a la economía como a la cohesión social del país. En esta edición del boletín Punto de Equilibrio conversamos con Alberto Vergara, investigador del CIUP, quien reflexiona sobre el panorama político en el que nos encontramos inmersos.

Hasta hace algunos años se experimentaba una sensación de crecimiento, tanto en el plano político como socioeconómico. Ahora, las diferentes reformas en los sectores que dinamizan al país se ven melladas. ¿Estamos retrocediendo en lugar de avanzar?

Considero que nos estamos subdesarrollando. Es un proceso con dimensiones de todo tipo, políticas, económicas, sociales. En términos de pobreza, por ejemplo, hemos regresado a los niveles de 2010. El ataque permanente al estado de derecho —por ejemplo, con amnistías a crímenes de derechos humanos— es el regreso a los años noventa. Hemos vuelto a tener masacres en Ayacucho, en otras palabras, volvimos a la década de los ochenta. Es muy impresionante y descorazonador lo que ocurre en el país.

Los sucesos políticos evidencian que los tomadores de decisiones gobiernan basándose en intereses personales.  ¿Por qué crees que la ciudadanía, aunque indignada y molesta, no sale a protestar?

Por un lado, todo el mundo ha visto que el gobierno puede dispararle a la ciudadanía sin asco y no pasa nada. Es más, en algunos círculos con mucha influencia se aplauden estos actos. Entonces, el miedo funciona.

Por otro lado, es notorio que los peruanos han perdido completamente la esperanza en el país, el Estado y sus líderes. “¿Para qué protestar si siempre vamos a tener alguna variedad de ladrón?”. La gente está más concentrada en sobrevivir o en ver cómo se va del país.

La inestabilidad política levanta alertas a nivel mundial. ¿Cómo es que una presidenta y un poder legislativo con tan poca aprobación siguen en el poder?

Que sigan en el poder con baja aprobación no es, en sí mismo, un problema. El Estado de derecho funciona sobre el respeto a las leyes, no sobre la popularidad de las autoridades. Lo llamativo no es que sigan gobernando a pesar de ser impopulares, lo llamativo es sigan gobernando a pesar de las acciones criminales que realizan cada día. La alianza del Ejecutivo y el Legislativo está destruyendo las cuestiones más elementales de la vida de un país. Están entregando el Perú a cualquier tipo de interés particular, incluyendo a los informales e ilegales.

Recientemente se ha publicado el libro Democracia asaltada: El colapso de la política peruana (y una advertencia para América Latina). ¿Cuál es el tema principal de este libro que editaste junto a Rodrigo Barrenechea?

El libro aborda cómo la debacle peruana se explica por la erosión simultánea de la representación política –ya nadie propiamente representa en el Perú—y del Estado de derecho; el imperio de la ley en el Perú está siendo gradualmente colonizado por intereses de todo tipo que impiden que la ley regule efectivamente las relaciones sociales en el país. Es una combinación muy dañina porque, aunque el país sigue siendo formalmente una democracia, ambos procesos la hacen completamente inefectiva.

En el último número del Journal of Democracy has publicado un artículo coescrito con Manuel Meléndez sobre las políticas de Bukele y la posibilidad de replicarlas en América Latina. ¿Qué proponen en este paper?

El artículo evalúa las políticas de Nayib Bukele y sus resultados en El Salvador, y las compara con las que se están implementando actualmente en Honduras y Ecuador, ya que tratan de replicar las políticas al estilo del mandatario salvadoreño. Pero en estos países no están logrando resultados semejantes a los de Bukele, principalmente porque las condiciones son muy diferentes.

En especial, Bukele había desmontado ya la democracia salvadoreña cuando se estableció en régimen de excepción, mientras que Noboa y Castro se mueven en un entramado institucional democrático. Al mismo tiempo, las estructuras criminales son distintas en esos países. En síntesis, es muy improbable que las políticas de Bukele puedan tener resultados semejantes en otros contextos.

Continúa leyendo Punto de Equilibrio N° 51: Recuperación a la vista: análisis sectorial. Consulte aquí las ediciones pasadas del boletín Punto de Equilibrio.

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