Partió Renzo Rossini, gerente general del BCR, quien tuvo un rol protagónico en el proceso de estabilidad monetaria del Perú. Lo despide su amigo y colega Gustavo Yamada para SEMANA económica.
Conocí a Renzo a principios de los 1980s, cuando concurría asiduamente a la biblioteca de la UP a prestarse las voluminosas lecturas recomendadas en clases y leerlas con absoluta dedicación y concentración. Desde entonces reconocí sus cualidades de liderazgo intelectual y seguí con atención su sobresaliente desempeño en la universidad hasta su ingreso exitoso al BCR, su segundo hogar para siempre.
Como joven funcionario, Renzo fue testigo de excepción de las equivocadas decisiones de política económica que condujeron a la hiperinflación a fines de los 1980s. Felizmente, la sólida formación de pre y postgrado lo habían preparado para asumir roles protagónicos en el programa de estabilización de 1990, la reforma arancelaria y reestructuración de la deuda externa con el Club de Paris, la Ley Orgánica del BCR, el capítulo económico de la Constitución, y la exitosa implementación del esquema de metas de inflación. Julio Velarde, el otro gran artífice de la estabilidad monetaria actual, tuvo el singular acierto de identificar a Renzo como ese brillante economista que podía liderar al gran equipo de profesionales del BCR por los senderos de la sensatez y prudencia macroeconómica.
En los últimos años, nuevamente he tenido la oportunidad de disfrutar y aprender más de la sapiencia y experiencia de Renzo, durante cada jueves en sesiones de directorio del banco. Y ha sido una experiencia gratificante. Encontraba a Renzo siempre de buen humor, dispuesto a charlar sobre cualquier tema de interés nacional con absoluta solvencia, pero con un prodigioso tablero de control mental que incorporaba todos los riesgos posibles, listo para actuar en caso apareciera cualquier episodio de crisis económica potencial en el frente externo o interno.
Y, a pesar de lo complejo y extenuante de su rol, dirigiendo y haciendo mentoría a cientos de profesionales a cargo de la estabilidad del país, Renzo siempre estaba dispuesto a madrugar y dictar “Política Económica” en su querida alma mater. Es una gran lástima que Renzo haya partido tan temprano en el punto más alto de sus capacidades profesionales y cuando tenía todavía muchísimo por entregar a la economía peruana.
Renzo ha sido un héroe pues se ha ido dándolo todo en el campo de batalla, lidiando con gran destreza, realismo y creatividad en estos nuevos derroteros a los que nos condujo la crisis sanitaria del último año. Y siempre de manera discreta, sin acaparar ni titulares ni medios, poniendo por delante a la institución y el país al que entregó su vida profesional entera. El mejor homenaje a su memoria será conservar y defender todo lo que se logró durante sus cuatro décadas de entrega al país. ¡Descansa en paz querido Renzo!
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