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Derrames de petróleo en la Amazonía, ¿por qué nos cuesta tanto “verlos”?

01 marzo, 2023

El 18 de enero de 2023 ocurrió un derrame de petróleo por la ruptura de tubería del Oleoducto Nor Peruano (ONP) en el kilómetro 389 del tramo II, localizado en el sector Shawit, distrito de Santa María de Nieva, Provincia de Condorcanqui, en la región Amazonas. ¿Por qué la noticia de este derrame no ha recibido la atención de los medios de comunicación que si han recibido otros eventos similares ocurridos en la costa del país?

El ONP tiene una extensión de 854 km de extensión y se extiende a lo largo de las regiones de Loreto, Amazonas, Cajamarca, Lambayeque y Piura, donde está localizado el Terminal Bayóvar. En un estudio reciente, se señala que entre los años 2000 y 2019, ocurrieron 474 derrames de petróleo a lo largo del ONP (León & Zúñiga, 2021). Ese número de derrames es preocupante y hace necesario buscar las razones de dichos derrames. Aunque en muchos casos se debe a que Petroperú, empresa responsable de la administración del ONP, no asigna los recursos necesarios para el mantenimiento periódico de la infraestructura; en otros casos, la afectación de la infraestructura ha sido intencional, con el objetivo de llamar la atención sobre la problemática que enfrentan ciertos grupos sociales en la zona y en el país en general. De acuerdo con la información disponible, el daño al ONP ocurrido el 18 de enero fue intencional y ocasionado en el marco de las protestas que están ocurriendo a lo largo del país por razones políticas. Aunque las demandas de quienes atacan la infraestructura pública (o privada) pueden ser legítimas, la afectación de bienes no debe ser aceptada ni disculpada, ya que el daño ocasionado afecta justamente mucho más a quienes menos tienen.

La ocurrencia de este derrame en Amazonas obtuvo mucha menos visibilidad en los diarios, redes sociales y medios de comunicación, que el derrame de petróleo ocurrido en las costas del Callao, el 15.01.2022. Claramente, las dimensiones del derrame ocurrido en Amazonas no son las mismas que el ocurrido en el Callao, considerando el espacio geográfico afectado, así como la población perjudicada. Sin embargo, existen impactos negativos en el ambiente y en la población de las más de 30 comunidades que viven en el distrito de Santa María de Nieva y que han visto afectados sus medios de vida.

¿Por qué los frecuentes derrames en la Amazonía no generan tanto interés, preocupación o condena en el país en comparación a los derrames que ocurren en el mar? Una razón bastante simple es que se piensa que los impactos son menores porque el derrame ocurre en un espacio geográfico específico y que el petróleo no fluye o se esparce rápidamente, a diferencia de los derrames ocurridos en el mar. Otra razón es que al existir una baja densidad poblacional en regiones como Amazonas (9.66 habitantes por km2) comparación a las ciudades costeras como Lima Metropolitana (3209 hab/km2) o Callao (6766 hab/km2), se piensa que el impacto en la población va a ser pequeño.

Es ahí donde radica el error de no visibilizar y atender oportunamente a quienes se ven afectados en la Amazonía por este tipo de derrames. En primer lugar, al ocurrir los derrames en espacios ligeramente confinados, donde el agua fluye de manera más lenta, los servicios ecosistémicos se ven afectados profundamente. En principio, los recursos pesqueros, la flora y fauna existente en la zona, el cauce de los ríos y el suelo de las zonas del derrame se ven profundamente afectados y los impactos pueden durar meses o años, dependiendo de la dimensión del derrame y del tiempo en el cual se realizan las actividades de limpieza y remediación. Por ejemplo, un reporte de INDECI (INDECI, 2023) señala que recién el 26.01, las diferentes instituciones involucradas en el proceso de atención a la emergencia (OEFA, Municipalidad de Condorcanqui, Ministerio de Cultura, Red de Salud Condorcanqui – MINSA, INDECI, representantes de las poblaciones de la zona) acordaron dar facilidades y garantías a Petroperú para instalar una grapa en el punto de la falla en el tramo del kilómetro 389 del ONP, que es la solución aplicable en estos casos para detener el derrame. Este acuerdo llegó 8 días después de iniciado el derrame, con lo cual los impactos ambientales negativos en la zona son mucho mayores a los que se hubiera tenido si se hubiera atendido rápidamente.

De otro lado, es un error pensar que el impacto del derrame es menor por la baja densidad poblacional existente en la zona, ya que debe reconocerse que la población no habita de manera uniforme en el territorio y por tanto, existen zonas en la Amazonía de alta densidad poblacional (aunque claramente no comparable con zonas mucho más urbanizadas de la costa), que se pueden ver afectadas. Incluso, aún en el caso que el número de pobladores afectados sea pequeño, se debe reconocer que este tipo de derrames impacta negativamente en todo el ciclo vital de la población indígena: afecta sus fuentes de agua para actividades cotidianas; daña su fuente de alimentos al contaminar los ríos y las zonas donde tiene cultivos; afecta sus medios de transporte, porque en algunos lugares, el medio más utilizado para transportarse es el fluvial; también existen impactos en salud, desde daños en la piel, hasta por el consumo de agua contaminada (Rivera-Parra, Vizcarra, Mora, Mayorga, & Dueñas, 2020). Entonces, debemos visibilizar estos impactos y reconocer que los derrames de petróleo que ocurren en la Amazonía no pueden soslayarse, sino más bien el Estado debe tomar acciones que reduzcan las probabilidades de ocurrencia, a través de mejoras en la frecuencia del mantenimiento de la infraestructura, mayor comunicación con las comunidades de la zona, para atender sus necesidades y así evitar situaciones de conflicto.

Respecto a la demora en tomar medidas para la remediación, es necesario seguir abogando porque las instituciones y la población reconozcan que lo más importante frente a un derrame de petróleo es detener el flujo lo más pronto posible y así reducir los potenciales impactos negativos en el ambiente. Aunque es muchos casos, la demora se debe a la falta de equipos, instrumentos o técnicos capacitados para llegar a las zonas afectadas, en algunos casos, esta demora se debe a que la población no deja pasar a la empresa o a las autoridades para la atención de la emergencia, y se requieren largas coordinaciones entre los distintos actores para lograr acuerdos. Aunque es entendible la desconfianza que tiene la población en las instituciones del Estado (el 73.7% confía poco o nada en la policía nacional y la cifra se eleva a 80.0% en el caso de las Municipalidades Distritales, ENAHO, 2021), , se requiere que ante este tipo de situaciones todos los actores prioricen la decisión de detener el derrame de petróleo y así reducir los impactos negativos en la población y en el ambiente, en el corto y largo plazo. Este nivel de acuerdo no es simple de lograr, pero el esfuerzo de hacerlo bien vale la pena, para mantener las condiciones del ambiente en que vivimos y las condiciones de vida de la población.

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